Que después no hablemos.
Que hablemos y sea todo tan raro.
Ni yo solo me entiendo.
Que me alegre tanto de verte, como si le prendieran fuego al alma
Y después somos sólo un giro del destino que ha ido a mal camino.
¿Estaré haciendo bien, o mal?
Pero
¿Quién me escuchará sino a mí también?
Tengo que hacer que esté feliz.
Quiero vivir, y aún con todo ésto no sé cuando voy a vivir de verdad, como antes.
Como cuando realmente era feliz.